viernes, 5 de julio de 2013

VIII.

Supongo que no es fácil.
Ella se sentaba delante de la ventana y encendía un cigarrillo, dejaba que el humo llenase la habitación. Me contaba que se sentía sola, que a veces tenia ganas de gritar, que se sentía atrapada en esta ciudad, que le arrancaba el alma. Me confesaba que a veces se emborrachaba , con el licor de todos los licores, intentando huir de todos sus temores, pero que a veces se quedaba sin lugar donde esconderse, y que la atrapaban por la noche...
Me contó que tomaba pastillas para dormir y olvidar, que le gustaba verse llorar delante de un espejo, que se preguntaba si habría algún Dios, que se pasaba todas las tarde mirando por aquella ventana, esperando que él pasase por la acera. Me dijo que aun escuchaba sus canciones y que aun veces, rezaba por su regreso, por volverlo a ver, por contarle cosas que no sabía ya decir, que se le habían olvidado ya hace mucho tiempo... Me contó que ya no se sentía valiente y que los recuerdos le perseguían por cada esquina...

     


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