martes, 9 de julio de 2013

XIV.

Hoy es uno de esos días en los que te escribiría una carta llena de miseria, de tristeza, con lagrimas en las manos y dolor en los ojos. Una de esas cartas que escribes todo lo que sientes, y que cuando la acabas y la lees, sabes que no puedes enviarla. Quizás habría que romperla. Quizás hacerla añicos. O tal vez, quemarla. El resultado es que nunca la verás, porque al fin y al cabo, da miedo que sepas lo que pone en ella. Oh, querida, si supieses todo lo que te decía en esa carta no sé lo que pensarías de mi. Y te escribo para decirte que sabría que te irías, solo que no tan pronto, pensé que el salto se retrasaría y seguiríamos de la mano, al pie del acantilado, al menos durante un par de minutos más, sin embargo soltaste mi mano y te zambulliste en aquel mar donde yo ya no puedo alcanzarte. Ya no estas. Siento que estas lejos, en algún lugar donde yo ya no puedo saltar.

XIII.

¿Sabes porqué es difícil ser feliz? Porqué nos resulta difícil desprendernos de las cosas que nos hacen sentir tristes.
Pero si quieres irte, puedes. Te voy a recordar, sin embargo. Recuerdo a todos los que se van...


Y estamos perdiendo piezas cada vez más pequeñas...

Historia de una escalera.

No es eso, ¡Es que le tengo miedo al tiempo!Es lo que más me hace sufrir. Ver como pasan los días, y los años..., sin que nada cambie. Ayer mismo eramos tú y yo dos críos que veníamos a fumar aquí, a escondidas, los primeros pitillos...¡Y hace ya diez años! Hemos crecido sin darnos cuenta, subiendo y bajando la escalera, rodeados siempre de los padres, que no nos entienden, de vecinos que murmuran de nosotros y de quienes murmuramos... Buscando mil recursos y soportando humillaciones... Y mañana o dentro de diez años que pueden pasar como un día, como han pasado estos últimos...¡seria terrible seguir así!Subiendo y bajando la escalera, una escalera que no conduce a ningún sitio; haciendo trampas en el contador, aborreciendo el trabajo, perdiendo día tras día...

sábado, 6 de julio de 2013

XII.

Anoche te eche de menos una vez más. Siempre que la casa suena a tus canciones, a copas llenas y ceniceros sucios, me asombro de no verte aquí, en tu sitio de siempre, en el sofá donde ya no te sientas, donde sigues mirando con tus ojos astutos, y un vaso de whisky que nunca sacia tu sed por la vida. Pero no estas. ¿Y a quien vamos a engañar?

XI.

Y quien sabe por que nos perdimos, por que nos buscamos y no nos vemos. Quizás nos duelen los ojos tanto, de no vernos, de quedarnos dormidos buscándonos en los bares, entre recuerdos perdidos en aquella canciones que suenan aun todavía en tus auriculares, pero que ya no las escucha tú, ni las escucha nadie. Y quien sabe por que tus llamadas no tienen respuestas, y porque el reloj se queda parado y no entendemos el porqué de tantas cosas...


X.


En la vida real, son los monstruos los que ganan.
Deberías de habérmelo dicho cuando te marchaste, pero se te olvidó, como se te olvidaron muchas cosas. Y te extraño. Y lo sabes, o no, ya no lo sé. Hace tiempo que ya no se nada, que quizás ni tan siquiera te extraño, solo son los malditos recuerdos que se arremolinan en la cabeza. Ya sabes, la nostalgia es lo peor y a mi la melancolía me quiere con locura, siempre hurgando entre mis cicatrices. Y me gustaría decirte demasiadas cosas pero el frío las congela y ya no queda nada, ¿sabes? Nada. Ni tu, ni yo, porque el invierno es lo que hace, te enfría, te congela, y la gente suele olvidar todo.
Bueno, todos, menos yo.


viernes, 5 de julio de 2013

IX.

MADRID. He dejado de fumar,
pero no consigo DEJARTE.
En la mesilla de NOCHE
están tus gafas.
Las llevo de un lado a otro
como si llevara TUS OJOS.
Así nos seguimos mirando,
SIN COMPRENDER
Por la noche salgo a pasear.
En cada esquina
me asalta TU NOMBRE.
TÚ respondes como un grillo.
Dulce, distante,
ignorando las horas.
El vestido que llevo
(TE GUSTARÍA),
desnuda más que VISTE.
No sé qué hacer
con este cuerpo que ya
NO QUIERE SER MIO.