miércoles, 30 de mayo de 2012

VI.

Y de ella se podía decir que lloraba mucho y dormía poco, o era al revés quizás, ya no lo recuerdo.
O como se paraba en la entrada del metro y regalaba flores a los extraños, flores solitarias, o con marca de un pintalabios, otras con el tallo muy corto, otras demasiado largo, hojas salpicadas de manchas negras y hermosos y delicados pétalos, como si las hubiera robado en un arrebato de inspiración (artística o suicida) o pétalos que se caían, se perdían, se enredaban en los pies y nunca volvías a verlos.
Como ella.

jueves, 24 de mayo de 2012

V.

Se nos hizo tarde, como siempre, se nos enfrió la taza del café entre las manos, y yo perdí el reloj y perdí el tiempo, porque tu y yo siempre perdíamos el tiempo, ahora lo sé, nunca llegamos a jugar bien a este juego, porque tú siempre te marchabas y yo me quedaba buscando pedazos de retazos de esta vida que se me hizo añicos, hace tiempo, tiempo (maldito juego) te advertí que nunca quise jugar, que no se me daba bien, y tu siempre preguntándome el porqué buscaba un sentido a todo, o porqué me pintaba las uñas de gris, y yo nunca te daba una respuesta, porque sabía que no te iban a gustar, que tú nunca entenderías nada, que hace tiempo (estoy harta de jugar a este juego al que todos nos vemos obligados a jugar) que supe que te marcharías, que todos se irían, hasta acabar yéndome yo, y entonces, oh, dime, entonces, ¿que seré yo?
Ahora me toca ser un simple espectador.